domingo, diciembre 23, 2007

21_12_2007b Iglesia del BomFin y Fuerte de Monsterrat








































Después de la feijoada, poner a punto y explicar el funcionamiento de un contestador comprado en Espanha, una siesta y cafelinho nos pusimos rumbo a la iglesia del Bom Fin.

Marcel cuenta que cuando un naviero portugues estaba a punto de irse a piqué prometió a Dios que si le libraba de ese mal trago construiría una iglesia.

[Este es el traje típico Bahiano]


Pronto se convirtió en una de las más populares de la ciudad a pesar de que a los esclavos no les dejaban entrar. A pesar de ello un día de febrero se juntaban los esclavos para en procesión (al modo brasileiro, cantando y bailando) ir a limpiar las escaleras de la iglesia y de paso adorar al senhor.






Desde allí nos dirigimos al fuerte de Monserrat.




































Otro sitio increíble ya que desde allí se domina toda la bahía.




La bahía que da nombre a la ciudad mide un par de kilometros y esta protegida por la isla de itapanema.
Convirtiéndose en un puerto natural desde el que se comenzó la colonización por parte de los portugueses.


En la Bahia siempre se pueden ver barcos mercantes y petroleros esperar a cargar o descargar en el puerto. Ya que el puerto industrial no hace justicia a tan fantástico puerto natural.
Mis largas estancias en Sayanes, en frente de las Cies, con mi tio Lorenzo me sirvieron para explicarle a Marcel los barcos que estaban cargados y cuales no.

También me sirvió para ponerme una medallita (en plan virgen de Monserrat sobre el rompeolas de Lekeitio) y decirle a Marcel que en la bahia debía haber una importante fabrica de coches. Marcel me dijo que sí, una de Ford y preguntó como lo sabía. Lo supe porque había fondeado un tipo de barco que tiene una forma especial para llevar coches. Habiendo sido testigo en Vigo de su carga por parte de 12 personas 500 coches en un par de horas...





Por último, fuimos a tomar un helado en la Ribiera donde descubrí que los helados no tienen los mismos sabores que en europa. Gracias a Ana, que convenció a varios dependientes pudé probar 3 o 4 sabores sin que me gustara ninguno y al final tomando uno de Mango.











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